miércoles, 30 de mayo de 2012

Catulo y su obra


Reseña sobre la vida y escritos de Catulo
Autor: Sandra Liera Bernal

Entre los estudiosos de la vida y obra del poeta latino han existido discrepancias acerca de los verdaderos datos de su nacimiento y de su muerte: el error radica quizá en el hecho de que San Jerónimo, en su edición del Chronicon Eusebii, establece que nació en Verona, en la Galia Cisalpina, el año 2° de la olimpiada 173, año 667 de Roma, 87 a. C.; y ubica su muerte treinta años después en la ciudad de Roma —lo cual pudo haber sido una simple aproximación—, de tal manera que durante algún tiempo se tomó por exacta la fecha del 57 a. C. sólo para que los eruditos descubrieran que el propio Catulo se encargaba de desmentir el dato: En su Poema LV a Camerio habla del pórtico de Pompeyo, construido el año 55 a. C.; en el Epigrama CXIII a Cinna alude al segundo consulado de Pompeyo; en sus Poemas XI y XXIX a Furio, Aurelio y César, trata de la invasión de éste último en Bretaña; y en el Poema LIII, cuando celebra la acusación de Calvo contra Vatinio, hace referencia a acontecimientos que se verificaron en el 54 a. C., año a partir del cual no existe registro de escrito alguno producido por Catulo, lo que lleva a tomar este año como el verdadero año de su muerte.
Poco se sabe de la infancia del poeta debido a que no se encuentra en su obra ninguna alusión a ella (sólo un par de poemas a un hermano fallecido años después, al que le dedicaría algunos de sus versos más dolidos: Yo vengo, hermano mío, a tu sepulcro, después de recorrer tierras y mares, a hablar en vano a tus cenizas mudas y a darte mis postreros homenajes). Se asume, sin embargo, transcurriendo tranquila y apacible en la noble casa veronesa de su padre —quien cultivaba amistad con Julio César, a quien Catulo despreciaba— hasta que durante su juventud fue recomendado por Quinto Metelo, cónsul y militar romano, al erudito Cornelio Nepote —a quien dedicaría posteriormente buena parte de su obra— para realizar sus estudios en Roma, donde se estableció durante el año 62 a. C. Su llegada a Roma marcaría definitivamente todo su corpus literario: los excesos de la gran ciudad le fascinaban y repugnaban a partes iguales, y fueron un tema recurrente en su poesía; ahí, además, forjó amistad con los despectivamente nombrados por Cicerón como poetas neotéricos, que se caracterizaban por el deseo de cultivar una lírica refinada y concisa, de perfecto acabado formal; y, por último, fue en Roma donde se enamoró de Clodia, esposa de aquel cónsul que lo recomendara con Cornelio: la a un tiempo amada y odiada Lesbia de sus poemas.
De Lesbia y su relación con Catulo ha dicho el biógrafo Joaquín Casasus: “Lesbia se apoderó por completo del alma del poeta, la poseyó por entero; él no tuvo amor sino para ella, vivió con ella y por ella durante los mejores años de su vida, y le consagró los más inspirados de sus poemas, aquellos que hoy constituyen el elemento característico de su genio. Las almas jóvenes se abandonan y aman siempre así en los albores de la vida; nada puede igualar la intensidad de sus pasiones, nada medir la profundidad de sus afectos, nada superar la espontaneidad de sus impulsos”. Fue, sin embargo, una relación tormentosa, especialmente para el poeta: Lesbia era conocida por los excesos que en más de una ocasión denunciaría Catulo en sus poemas y que la hicieron ser infiel a éste en diversas ocasiones una vez muerto Quinto Metelo —presumiblemente envenenado a manos de la propia Clodia—. Encendió en él el ardor amoroso con la misma intensidad que el odio, y por ella cantaría uno de sus más famosos poemas tras perdonar una más de sus infidelidades, desolado:
No amar a nadie como a mí me ofrece;
no ceder ni aun de Jove a los deseos;
mas las promesas de mujer se escriben
sobre el agua que corre y sobre el viento.
La poesía de Catulo es eminentemente personal, emotiva y visceral: prevalece siempre la subjetividad que la identifica como una de las primeras poesías del ego, del yo, y recurre frecuentemente a dualidades como el amor y el odio, la amistad y la traición con un carácter explícitamente social. Del mismo modo que es capaz de elevar hermosas palabras a Lesbia o de expresar abatido su dolor por el hermano ausente, dedica buena parte de su obra a la caracterización de sus enemigos ridiculizándolos en sátiras punzantes y directas cuya traducción fue evadida durante algún tiempo por considerarlas de mal gusto:
¡Oh licenciosos César y Mamurra!
El uno al otro os convenís, malvados.
No es de extrañar que de infamantes vicios
Uno en Formio, otro en Roma, conquistaron
Marcas que guardan para siempre impresas.
Sois lascivos los dos, gemelos ambos
En artes amorosas en el lecho,
Adúlteros lo sois en igual grado
Y rivales y socios de mujeres.
¡El uno al otro os convenís, malvados!
En su obra no puede establecerse ni un orden cronológico, ni un orden temático, y ni siquiera, muy probablemente, una unidad de obra, pues la apariencia del corpus conservado es la de una yuxtaposición o mezcla de varios libros; sin embargo, se cuenta con una clasificación según la forma de sus 116 poemas conocidos:
·         Poemas I al LX: piezas cortas de métrica variada (diversos tipos de yambos y de versos de la métrica eólica).
·         Poemas LXI al LXVIII: composiciones de larga extensión.
·         Poemas LXIX al CXVI: poemas en dísticos elegíacos.

Probablemente la originalidad de Catulo consista en haber sido el primero en dedicarse al ejercicio de la elegía romana con sus rasgos característicos de subjetividad, autobiografismo e intimidad, mucho menos presentes en las obras de sus contemporáneos.

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