La
vida de Apuleyo es, a diferencia de la de muchos otros autores de la
antigüedad, bastante conocida por los investigadores literarios. La fecha de su
nacimiento, los acontecimientos que causaron gran impacto durante su trayecto,
sus obras (algunas incorrectamente atribuidas a este escritor) y su actividad
como orador han sido conservadas para la posteridad. A pesar de esto, es
necesario mencionar que la mayoría de los datos que se tienen del africano han
sido recabados gracias a la lectura de sus mayores obras. Estos escritos son
considerados ricos en elementos autobiográficos y son populares por estar
cargados de buen material humorístico y al mismo tiempo reflexivo: la Apología, las Floridas y el Asnus aureus.
Podemos asegurar que el literato nació
en Henchir Mdaurush, Argelia; en torno al año 125 d.C. Así, (al igual que en
tiempos modernos) Apuleyo, siendo un provinciano culto, sintió que debía
emprender un largo viaje para conocer grandes ciudades. Realizó sus estudios
básicos en Cartago; pero luego, embriagado por el prestigio de Atenas, comenzó
las clases de filosofía platónica para luego dirigirse a la gloriosa Roma en
donde aprendió retórica y conoció al procónsul Escipión Orfito. Además de esto,
el escritor se dedicó también a tomar clases de Poesía, Geometría, Música y
Dialéctica; y a visitar distintos lugares en busca de charlas con filósofos,
magos y astrólogos. Se dice que caminó por los senderos de Samos, Hierápolis,
Frigia, entre otras poblaciones; incrementando su conocimiento en religiones
mistéricas (afición que desencadenó importantes sucesos luego).
Incorporando
todo su saber a la narrativa impía de sus obras, Apuleyo logró divulgar sus
pensamientos y fábulas. Entre sus obras más conocidas y que además es la única
novela Romana completa y escrita en griego se encuentra El asno de oro. En esta recopilación de cuentos y anécdotas aparece
uno titulado Eros y Psique, relato en
donde es contada precisamente la historia de Amor y Psique por una cocinera. El
resto del libro, resumiéndolo superficialmente, narra la terrible desgracia del
joven Lucio, (nombre que, según dicen muchos autores, pertenecía al mismo
Apuleyo. No ha sido descartada la posibilidad de que sea cierto pero tampoco
hay nada que lo justifique) quien, durante su viaje a Tesalia, se vuelve víctima
de un hechizo que lo transforma en asno. El animal mantiene sus facultades
humas a excepción de la capacidad del habla. El personaje vive distintas
aventuras en varias ciudades y a manos de diversos amos. Condenado a esta
apariencia, Lucio relata un número de cuentos graciosos, describiendo su sinfín
de peripecias, hasta que Isis –diosa egipcia de la maternidad y el nacimiento-
le devuelve su forma de hombre. La obra hace menciones a escenas eróticas tratadas con
abundante jocosidad, que encantan al lector y provocan duraderas carcajadas: “-¡Oh
querida Fótide!, ¡con qué salero y con qué gracia meneas la sartén y, al mismo
tiempo, el trasero! ¡Qué manjar más delicioso el que estás preparando! ¡Feliz
una y mil veces aquel a quien permitas meter el dedo en él!-. “
Por otra parte, de su creación filosófica se tienen textos poco
extensos y que además carecen de explicaciones completamente personales. Una de
ella es por ejemplo El demón de Sócrates, en donde “exhibe la idea de
los seres mediadores entre los dioses y los hombres”.
De sus líneas sobre retórica se tiene la única muestra de un discurso: Apología o Discurso
sobre la magia en defensa propia, junto con unos fragmentos: la Flórida.
Algo más de lo que se habla es que Apuleyo escribía sus libros en
las distintas ciudades donde se encontraba. Además de las ya mencionadas, es
sabido que permaneció tres años en Oea, sometido a la presión de los enemigos
de su matrimonio; los cuales lo acusaron de magia y hechicería y provocaron que
volviera a Cartago. Aquí continuó siendo conferenciante, orador, escritor y
filósofo; obteniendo mucho éxito profesional y el cargo como sacerdote
encargado del culto imperial.
Finalmente,
el escritor murió en una fecha ignorada pero que, a boca de diversos
investigadores se encuentra alrededor del 180.
“Uno a uno, todos
somos mortales. Juntos, somos eternos.”
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